Comentario
La figura que mejor encarna el mito -la imagen romántica- del artista de posguerra, representante de la angustia, el absurdo, la náusea... es Wols. Alemán afincado en Francia, Alfred Otto Wolfgang Schulze-Battmann (1913-1951), amigo de Sartre y Simone de Beauvoir, murió alcohólico a los treinta y ocho años en París, pintando en la cama del cuarto destartalado y sucio de un hotelucho de la Rive Gauche y bebiendo en los antros del existencialismo. Violinista, interesado por la antropología y la etnología, estudió en la Bauhaus de Berlín y se instaló en París en 1932 como fotógrafo. Prisionero en 1939 por alemán, se quedó en el sur de Francia hasta el final de la guerra, sin medios de subsistencia, y entonces volvió a París.Como fotógrafo Wols era un experto en la visión inmediata y algo semejante sucede en su pintura. Su visión es una visión muy cercana -como tomada con una lente de aproximación- de un mundo íntimo, que después se somete a una ampliación brutal, como Ala de mariposa, de 1947 (París, Centro Pompidou), que mide medio metro o Pájaro, de 1949 (Houston, Fundación Menil), que alcanza el metro. Wols tiene la capacidad de transfigurar objetos cotidianos en otros misteriosos e inquietantes, como en una metamorfosis de Kafka, en un mundo poblado de ojos, sexos, vísceras... absurdos y angustiosos.El primitivo o el pionero del informalismo como se le ha llamado, comparando su papel al de Gorky en Estados Unidos, expuso por primera vez en 1945, en la galería de René Drouin, a quien le presentó H. P. Roché -el autor de Jules et Jim- y fue el galerista quien le proporcionó los medios para seguir pintando, y pasar al lienzo. También entonces conoció a Sartre, que encontró muchos puntos de unión con el Roquentin de "La náusea". Para él la pintura de Wols era la representación plástica de la angustia y revelaba la lucha continua del artista por definirse a sí mismo. Para un crítico de otra orientación como Pierre Restany, se trataba de pintura existencial.